FOTOGRAFIA PARA EL ESPÍRITU

Este fin de semana (del 12 al 14 de septiembre) me invitó mi amigo Alirio Macabeo para que dictara un curso de fotografía para principiantes y amateurs en la sede de su estación de radio FM Contacto 93.7 en la ciudad de San Cristóbal.

Cuando me llamó para invitarme de nuevo (ya hice uno el ano pasado) le dije que no estaba seguro, ya que en el pasado curso hubo alumnos interesados mucho más en la parte técnica que en el aspecto del estudio de la imagen, y como yo realmente fui muy autodidacta en cierta parte de mi carrera, no estaba muy seguro que yo quisiera ponerme a estudiar un montón de especificidades técnicas de la fotografía, que si bien no son nada desdeñables para mejorar ciertos aspectos del proceso fotográfico, pienso que lo más importante para comenzar es el ojo educado del que mira. De qué nos sirve una gran cámara si no sabemos qué tomar y cómo tomarlo?. Entonces ante la insistencia de mi amigo, finalmente acepté el reto, pese a mi inseguridad sobre la posible inquietud de los alumnos.

Desde el día 10 de septiembre me instalé en la ciudad para los preparativos, comenzando el 12 y terminando el 14 del mismo mes, obviamente exhausto de tanto trabajar.

Los resultados fueron muy satisfactorios, al finalizar el curso, cada uno dio su opinión y dijeron que realmente hizo falta en la primera clase ver mucho de otros fotógrafos para poder entender hacia dónde orientarse cuando tuvieran la práctica el segundo día, y de allí en adelante para todo lo que quieran emprender en su búsqueda fotográfica.

La fotografía es algo mágico, lo fue desde el principio, desde cuando a no mucho de la era de Leonardo DaVinchi algunos alquimistas recomendaban abrir el hoyo de la cámara o caja oscura (antecesor del principio de la cámara) con un cuerno de unicornio, y de hecho luego se afirmaba que esa fue una de las causas de la extinción de estos seres mágicos (si realmente alguna vez han existido). Les ofrecí mi experiencia persona afirmando que fue a través de la fotografía que pude transgredir ciertos parámetros visuales y con ellos espirituales. En aras de buscar mejores fotografías y orientar mi búsqueda de ensayos o elementos expresivos en el género me encontré en una carrera de expansión sensorial que decididamente abrió muchas fronteras de mi sentido de la persepción y con ello hubo un replanteamento en todos mis niveles de conocimiento conciente e inconcieste. Con la fotografía comencé a crecer espiritualmente lo hubiese querido o no, no hubo forma de parar una vez que me adentré en sus caminos. De forma tal que les expliqué que más importante que cualquier cosa antes de agarrar cualquier cámara, desde la más básica hasta la más moderna y compleja, era el corazón de quién mira, porque lo que estamos mirando afuera son piezas de nosotros mismos. Siendo así seremos capaces de encontrar partes de nosotros mismos en el exterior que estamos retratando, porque no hay separación entre lo externo y lo interno, el hombre y su ambiente son una sola cosa. De modo tal que sabiendo eso, es más fácil saber que antes de comenzar a estudiar la parte técnica es primordial saber cuál es nuestro escenario interno y poder integrar la fotografía con nuestros procesos emocionales o psicológicos. Luego claro, la parte técnica, mecánica y básica de principios generales cuenta.

Así orientado y bien justificado desde un principio no generó ninguna resistencia y pudieron ser conducidos por un recuento histórico del género, conocer a los connotados autores clásicos y contemporáneos y luego comenzar el monitoreo técnico y de relación con sus cámaras. Al final pudimos observar, muy sorprendidos ellos (yo ya lo suponía) que los resultados fueron mejor de lo que esperaban, realmente maravillosos.
Pudimos proyectar sus retratos muy alternativos y retadores, sus intentos por hacer siluetas llamativas o crear formas creativas a partir de estructuras, avenidas o contextos urbanos.

Tanto esfuerzo valió la pena y me llenó de mucha satisfacción. Estoy seguro que ahora saben que más que la cámara lo más importante es el corazón de quien mira a través de ella. La cámara (como pensaría Marshall McLuhan) es más que una extensión del ojo, una extensión del corazón. 





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